Con especial preocupación se miran las elecciones presidenciales de EE.UU. y el impacto económico que podría tener en Chile y la región. Como agencia estuvimos presente en un conversatorio organizado por AMCHAM y que contó con la intervención de Carl Mechan, ex asesor principal a cargo de América Latina en el Senado de EEUU, y Lucia Dammert, académica de la Universidad de Santiago, y queremos compartir algunos temas relevantes que nos impactarán como empresas.
Como gran conclusión del análisis realizado, se desprende que para Chile el futuro no se ve nada auspicioso, dada la alta dependencia que tenemos del contexto internacional y, por supuesto, de la toma de decisiones de los grandes actores. Pero antes de responder ¿Qué se nos viene?, es importante entender y proyectar los escenarios esperables de ser elegidos Kamala Harris o Donald Trump.
EE.UU. vive un proceso eleccionario sin precedentes en su historia. La ocurrencia de varios intentos de asesinato a un candidato; por primera vez tener en la carrera presidencial a un ex presidente condenado; el retiro intempestivo de uno de los candidatos en plena carrera presidencial, y por si fuera poco lo reemplaza la primera mujer de color y asiática que llega a un cargo de alto rango en el gobierno norteamericano. Hechos que sin duda generan un entorno de suma inestabilidad política y de inseguridad.
Esta contienda se ha convertido en la más reñida y difícil de la historia. Prácticamente están empatados con una estrecha ventaja de Harris, lo que no garantiza nada. Cualquier evento puede inclinar la balanza, como los últimos acontecimientos medioambientales (huracanes) y la gestión que enuncian cada uno (la que se pronuncia sobre este tema es Harris).
Donald Trump es aislacionista, con alta predisposición al proteccionismo. Su compromiso es con su público interno, incluso a costo de dañar relaciones con aliados internacionales. Ya ha demostrado que no tendrá dudas en aplicar aranceles aún poniendo en riesgo una guerra comercial. El escenario sería de incertidumbre en los mercados globales y grandes riesgos para Chile.
Kamala Harris tiene una visión más colaborativa, dispuesta a armar alianzas. El cambio climático es para ella una prioridad global, especialmente en producción de energía solar fotovoltaica, políticas de transición energética, desarrollo sostenible y energía limpia (temas donde Chile está bien posicionado y donde se vislumbran alternativas de inversión como el Litio, por ejemplo). Sería una buena aliada para nuestro país, sobre todo en estos temas clave.
Por otro lado, están las votaciones del Congreso Norteamericano que, si favorece a los republicanos, como dicen las encuestas, de ganar Trump, su agenda avanzaría rápido y sin mayores obstáculos. Volverían las políticas para aumentar aranceles, lo que marcaría tensiones con Chile y quizás terminaría en una redición de la inversión extranjera. Harris, por su parte, con un congreso dominado por los republicanos, encontraría resistencia para sus políticas comerciales y para los temas relacionados con inmigraciones llevando a un estancamiento legislativo.
Temas de fondo que impactarán a la región
Ninguno de los dos liderazgos, ni Harris ni Trump, tienen una visión de país única, cada uno representa a un país distinto.
El escenario mundial está complejo con los conflictos de Ucrania e Israel y la casi total irrelevancia de las Naciones Unidas. Si gana Trump desaparecen las Naciones Unidas y estaremos frente a un mundo cada vez más peligroso e incierto.
En temas de inmigración, Trump tiene una posición poco tolerante (aunque en la práctica deportó a menos personas que Obama). Si él asume se suspenderá la ayuda humanitaria, con lo que aumentarán los problemas con México. Desconocemos si habrá intervención militar, pero sí sabemos que los inmigrantes buscarán nuevos destinos y de paso seguirá creciendo el crimen organizado.
Con este contexto, el desafío para Chile es cómo la relación con EEUU impactará en su relación con China. ¿Tendremos que entregarnos a China?
Es imperante analizar como país y como empresas qué estamos ofreciendo a EE.UU. Actualmente sólo somos un proveedor de materias primas. No hay innovación ni aporte en otras áreas. No estamos siendo una oferta atractiva.
En ésta área les compete a las empresas activar políticas industriales, no politizadas, y establecer conversaciones y lazos con países europeos y Canadá, por ejemplo. Sólo ordenándonos y sosteniendo un debate serio podremos avanzar en ser una oferta más atractiva para los mercados internacionales.
Como país, la política exterior debe asumir un rol importante en la región, aliándose con líderes como Brasil y/o Colombia para así jugar un papel relevante.
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